Si hasta aquí había sido el olivar el gran protagonista, a partir de ahora lo serán los infinitos campos de cereal y girasol. En todo el trayecto, la Campiña Baja, se caracteriza por la sucesión de un relieve ondulado, con constantes subidas y bajadas.
En fuerte ascenso, el camino marcha entre campos de olivar, para salir después a la izquierda a la carretera que se dirige a Bujalance. Se alcanza de nuevo el Río Guadajoz en el cortijo de Cubas, teniendo más adelante a la vista la espectacular silueta de Espejo y su castillo a nuestra izquierda.
Seguimos por la misma orilla derecha hasta la altura de la colina de Ategua (cortijo del Castillejo de Teba) con las ruinas de la histórica ciudad romana en su cima. Llegamos a un pequeño puente sobre el arroyo de Fontalba con restos de calzada romana que nos recuerdan que por aquí transcurría la vía que unía por la campiña las tierras de Córdoba con las de Jaén y Granada. Otro puente similar se alza en el arroyo de Trinidades.
A falta de pocos kilómetros se abre ante nuestros ojos la ciudad de Córdoba en las faldas de Sierra Morena. En las primeras calles de la ciudad, y siguiendo la señalización de azulejos con vieira y flecha amarilla, se llega hasta el río Guadalquivir, cruzándolo por el puente romano, llegando los peregrinos hasta la Mezquita, joya del arte musulmán en España.

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