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Pza de San Pedro, 1 (Casa de Galicia)

Fuente la Lancha, un remanso de paz en el Camino Mozárabe de Santiago.

En la Declaración de Compostela sobre Turismo y Peregrinaciones del año 2014 se definen con precisión los valores sociales y personales que las peregrinaciones aportan al mundo del siglo XXI: son etapas de búsqueda de paz interior y de armonía con el prójimo y la naturaleza que nos rodea, al tiempo que contribuyen al pluralismo cultural, al diálogo interreligioso y al respeto por las creencias, así como al desarrollo sostenible del turismo.
Desde hace casi veinticinco años el Camino Mozárabe de Santiago viene siendo un claro ejemplo de ese respeto a la diversidad humana del que habla la Declaración. Por esta ruta, en constante aumento año tras año, transitan peregrinos no sólo españoles, sino, en su gran mayoría, de múltiples nacionalidades: alemanes, franceses, italianos, ingleses, holandeses, polacos… también australianos y estadounidenses… en los últimos años, comienzan a verse japoneses y coreanos. En los registros de los albergues queda constancia de su paso callado y
discreto por el corazón de Los Pedroches, buscando la meta del Apóstol en la lejana Compostela. Comenzaron su peregrinaje en puntos muy diversos y alejados de nuestra tierra: Almería, Granada, Jaén, Málaga o Córdoba. Peregrinos de largo recorrido, veteranos del Camino con muchos Kilómetros en sus botas que buscan la paz, el silencio y la soledad del caminante que ofrecen nuestros campos, lejos del bullicio que, en demasiadas ocasiones, se apodera de las rutas más tradicionales del norte peninsular. Buscan, como bien dice la Declaración de Compostela, la paz interior y la armonía con el prójimo y la naturaleza. Por eso valoran, por encima de todo, la acogida y cercanía de las gentes. Ellos aportan no sólo la riqueza de la diversidad cultural o lingüística, sino el respeto a la pluralidad de creencias y valores.
Y en el centro de esta ruta por la comarca de Los Pedroches, cuando el peregrino está próximo a abandonar tierras andaluzas para adentrarse en La Serena extremeña, Fuente La Lancha se convierte en un remanso de paz donde el caminante modera su marcha con el abrazo luminoso de un olivo centenario que abre de par en par las calles encaladas, refulgentes; sorprende la limpieza y el silencio. Blanquísimos rincones le acogen con humildad, sabiendo de su paso fugaz e ilusionado.
Al llegar a la plaza, la iglesia de Santa Catalina, siempre abierta para los peregrinos, descubre su belleza y ofrece el bálsamo silencioso de sus muros para el descanso y la oración. ¡Cuántos siglos de plegarias y de rezos, de inquietudes y esperanzas quedaron bajo sus arcos!
Asombra la sublime sencillez de este templo, el contraste del eterno granito con la fragilidad del ladrillo y la madera suavemente policromada. ¡Cuánta hermosura escondida por este Camino Mozárabe! El peregrino, siguiendo el ritual, sellará aquí su credencial, esa carta de paso que le acredita como peregrino de Santiago. Tal vez pueda contemplar la imagen de la Virgen de Guía, advocación medieval, fernandina, soñando con que algún día sea declarada Patrona del Camino Mozárabe. Al salir de la iglesia, un vecino ilustra al peregrino con la historia de este pueblo acogedor. Y al marchar, siguiendo su camino, en la imaginación va guardando leyendas de un condado
cercano, de señores medievales y bandoleros altruístas con romancero propio; Juan Palomo, la rubia del Valle, la Casa Grande, misteriosas galerías subterráneas, condes y duques…Los vecinos de Fuente La Lancha se han volcado desde siempre con este Camino haciendo fácil y agradable el paso de los peregrinos. Es mucho lo que el Camino nos da y son muchos los testimonios de agradecimiento que se reciben en la Asociación cordobesa de los
peregrinos a su paso por esta tierra llana y acogedora.
Buen Camino. ULTREIA.

Isidro R. Rodríguez
Publicado en revista de feria de Fuente La Lancha. 2019

Fuente: Fernando Jimena.-

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